Medellín, Colombia. Edición No 31 — Octubre año 2002

“Matrimonios”

Es una GRAN MENTIRA creer que los valores deben cambiar de acuerdo con los "avances" sociales y científicos de la época. Es una gran mentira creer que porque estamos en la época de las telecomunicaciones, la clonación o los viajes espaciales, entonces es válido abortar, ser infiel al cónyuge, acostarse con alguien sin estar casado o "aprobar" el "matrimonio" entre homosexuales.

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Nuestros hijos necesitan sentido de pertenencia y autoridad

Por Azucena de Escobar
vidaenexcelencia@epm.net.co

Dios me mostró también que mis hijos necesitaban SABER que pertenecen a un hogar. Es el sentido de pertenencia; ellos necesitan sentir que pertenecen "a". Necesitan tener límites, aunque no les guste. Aunque se vayan en contra de las reglas necesitan tener reglas, porque les da seguridad, les da confianza. En el fondo, con esos límites, ellos entienden que sus padres les estamos diciendo: te amo, me importas, eres lo más valioso para mí, por eso te cuido, por eso te pongo límites y reglas.

El sentido de pertenencia se da cuando se sienten hijos amados, aceptados, perdonados, concebidos en amor, que nos pertenecen y que tienen derechos y deberes en casa.

Otra cosa que necesitan en casa es una autoridad, una cabeza, saber quién es la cabeza y que no sólo es quien provee. Por años en mi casa hubo un monstruo, porque había dos cabezas, dos opiniones, dos voluntades, dos formas de mandar, dos formas de trabajar en casa... ¡eso era un monstruo!

El papá decía: "No pueden salir porque están en exámenes" Y yo por detrás guiñaba el ojo. Y luego les decía: "salgan y después estudian pero no le vayan a decir al papá,". Yo creía que era una buena mamá, pero lo único que les estaba enseñando era "no te sometas jamás a la autoridad, no obedezcas al papá, ni a la mamá, ni al maestro, ni al policía, ni al semáforo... TE ESTOY DANDO PERMISO PARA NO OBEDECER".

No supe la gravedad de eso, hasta que Dios me lo mostró un día que estaba orando. Cuando me enfrentó a esa realidad sólo lloré y pedí perdón por el daño que había hecho a mis hijos, no de mala intención, pero sí por mucha ignorancia.

Cuando ellos saben quién es la autoridad, saben perfectamente a quién pueden acudir cuando están tristes, desanimados, frustrados, preocupados, aún cuando saben que metieron la pata. Ellos saben que esa autoridad los va a amar, a escuchar, a tener los brazos abiertos para acuñarlos contra su pecho y a decirles "venga pues llore, ya la embarró, qué más le voy a decir si usted ya lo sabe, para qué lo voy a cantaletear, venga a mis brazos, a mi pecho de papá y llore".

La palabra de más poder con los hijos después de que la embarraron es: Hijo NO IMPORTA. Si te equivocaste: NO IMPORTA. Fallaste: NO IMPORTA juntos con Dios, tú y yo vamos a lograrlo, ven dime qué pasó, cuéntamelo...tranquilo".

Muchos jóvenes no tienen la suficiente confianza para ir donde sus papás a asumir el error, porque los van a "contramatar", en lugar de escucharlos, darles nuevos ánimos y formar equipo con ellos.

Es el tiempo en que el enemigo no pueda más robarnos un hijo. Yo le digo a los papás: "Si al infierno tienes que bajar por tu hijo, baja y de ahí sácalo, pero no dejes que el diablo te robe un hijo". "Si con los dientes y con las uñas tienes que sacar a tu hijo de donde esté, sácalo con amor, Dios está contigo".

Sé que hay algunas partes que aconsejan que si el hijo falla, que lo saque de la casa. Yo nunca haría eso, porque es Mi hijo, porque es la oportunidad que Dios me dio para moldear, para formar algo hermoso para Él. Si algo le quiero llevar a Dios cuando esté en su presencia no son miles de personas ganadas para Él, si las llevo, ¡gloria a Dios!, pero con sólo que yo llegue ante Él y le diga: "Padre no pude hacer mucho, pero aquí conmigo están mis cuatro hijos, aquí están los cuatro, sólo eso pude hacer, sólo para eso tuve tiempo en la tierra, de ayudarlos, de cuidarlos, de animarlos, de levantarlos, de dejar que ellos florezcan para ti".

La autoridad también es responsabilidad y es servicio en amor para los hijos. Necesitan tener sólo una cabeza, pero también necesitan tener al lado la ayuda idónea de esa cabeza que es la esposa. Necesitan ver el mejor equipo de trabajo en casa, necesitan ver un solo frente, que aquí estamos los dos para ellos. Más de una vez cuando le pregunté a Dios: "Señor, en qué puedo yo servirte, muéstrame", Él, una y otra vez me respondió: "Tu tarea son tu esposo y tus hijos".

 

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